Señorita Elsa - por Carlos Diviesti
















La señorita Elsa ve perturbado su descanso en una villa alpina por una carta de su madre, quien le ruega le pida un préstamo de dinero al barón von Dorsday, sujeto a quien Elsa desprecia, para así salvar a su padre de la condena social por el desfalco que cometió. La condición del barón para entregar el dinero es sencilla: quiere ver a Elsa desnuda. Elsa es virgen, y no puede negarse al mandato familiar. Este estudio sobre el sojuzgamiento femenino data de 1924 y rastrea sus ecos en el famoso caso Dora freudiano; estructurado como monólogo interior, SEÑORITA ELSA encuentra en la versión de Fernández la teatralidad necesaria para enfrentar al tiempo, y aunque algunas cuestiones resultan superadas y hubieran merecido un aggiornamiento mayor, la puesta mínima y el trabajo intenso y entregado de Laura Agorreca son suficientes para redondear un espectáculo valioso y muy alejado del lugar común, ese donde el libre fluir de la conciencia individual no tiene anclaje en lo colectivo.

Crónicas teatrales escritas por Carlos Diviesti